sábado, 12 de julio de 2008

¿Clarín miente y quiere inflación?

Es habitual encontrar en la vía pública, a raíz del conflicto entre el gobierno y el campo, y sobre todo desde que Luis D’elía manifestó públicamente que el rol del canal de noticias TN (perteneciente al Grupo Clarín), es “una pistola en la cabeza a la democracia” y luego de acusarlos de haberse favorecido, al igual que otros Holdings del medio de la comunicación, con la pesificación; carteles y graffitis, en la calle, en ámbitos laborales, universitarios, o instituciones muy influenciadas por corrientes políticas con títulos amenazantes al grupo en cuestión tales como: “Clarín miente” o “Clarín quiere inflación”.
Esta batalla contra los imperios, grupos económicos, Holdings, tan frecuentes desde la década del ‘90, que el colaborador del “Frente para la Victoria”, Luis D’elía, se encargó de iniciarla de forma mediática, y los acusó de monopolizar la verdad, mientras otros movimientos, partidos o agrupaciones de las mismas, o muy similares inclinaciones políticas (como la JP, o algunas movilizaciones de índole socialista independientes, quienes fueron los principales divulgadores de estos carteles) catalogaron a estos actores económicos de mentirosos y hasta de desear inflación.
Sin duda que los grupos económicos no son para nada favorables en el bienestar social, es decir, un conjunto de empresas, de no tan relativas similitudes, que se asocian para brindar un servicio de comunicación, no comunican mejor, para brindar salud, no sanan mejor, para brindar educación no educan mejor. La competencia monopólica, oligopólica, según el caso, implanta sus propias reglas de juego a la cual estamos todos obligados a jugar.
A pesar de todo, este conflicto mediático, tan contradictorio, y sobre todo tan paradójico, viniendo desde sectores justicialistas, esconde una inteligente estrategia política, por parte del Gobierno actual, buscando un mayor apoyo popular en continuo desmedro.
Teniendo en cuenta el primer cartel; desde que se catalogó a Clarín de mentiroso, se transformó en el principal diario opositor al Gobierno de Cristina Fernández, cuando en realidad, paralelamente, diarios como La Nación, o Crítica de Jorge Lanata, son considerablemente más críticos y hasta se podría decir más opuestos a las políticas gubernamentales, el primero principalmente por su postura histórica, a favor del campo, y todo lo que esto significa (lo que llevo a que el titulo del “periódico de la oligarquía”, se fuera disolviendo a medida que Clarín tomaba protagonismo en las filas de la oposición para la sociedad argentina), y el segundo más que nada por las durísimas acusaciones de corrupción al gobierno, como por ejemplo el caso de la valija en el baño de la Ex-Ministro de Economía Felicia Michelli, o las críticas a Guillermo Moreno y a las autoridades del INDEC en general.
Además, y de forma sumamente paradójica y contradictoria, el único diario que se titula oficialista del país, Página 12, pertenece al Grupo Clarín, (Jorge Lanata, ex Director de Página/12, hace pocos años confirmó la venta del diario que fundó) lo cual enturbia más aún la postura que considera que este Holding monopoliza la verdad, y no deja claro si el grupo económico es de la oposición o es oficialista.
Por otra parte, la segunda frase que empapela las calles porteñas: “Clarín quiere inflación”, es aún más controversial que la primera y hasta inentendible. ¿Cómo se lo puede acusar de esto, cuando la institución encargada de protegernos de la verdad, y por consiguiente, publicar la inflación real que sufre nuestro país miente pública y descaradamente? O a caso ¿la inflación es del 0,5% como asegura el INDEC, y quien realmente miente es Clarín exagerando la cifra al 15%?
Sin lugar a dudas, este conflicto, muy bien pensado y especulado, tiene como fin darle más popularidad a Clarín, sobre todo por parte de la oposición, y que la sociedad evada artículos de otros diarios mucho más críticos y más duros contra el Gobierno. Y mientras algunos adolescentes se creen la farsa de este problema, y pegan carteles como los mencionados anteriormente, ambas partes del conflicto se ven beneficiadas.


Por Bruno M. Bordonaba

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