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miércoles, 15 de octubre de 2008

Reformulación del concepto de ciudadano

Ser ciudadano argentino, antes que nada significa poseer 18 años y poder votar. Pero lo más importante, es que uno uno puede gozar de los beneficios que le corresponden por su ciudadanía argentina. Entre los más básicos, podríamos incluir, alimentarse, abrigarse, curarse y hospedarse. Englobemos todas esas palabras en una sola: vivir. No sobrevivir.
Partiendo de esos derechos, luego podemos nombrar otros fundamentales: educación, deporte y recreo. Sin duda, el primero, pilar para que un país crezca de manera federal, y no a merced de intereses extranjeros, privados o sectoriales.
Si queremos un cambio de cultura, una refrescada de cabeza en el ciudadano, primero hay que redefinir el concepto de ciudadano. Uno no puede ser más ciudadano si tiene 18 años y todos los octubres cada cuatro años deja un sobre en una urna. ¿Qué beneficios adquiere como ciudadano, el argentino que vive en las villas del Chaco, Jujuy, Salta, etc.? ¿Acaso se lo puede llamar ciudadano argentino, solo por compartir una extensión geográfica que se llama Argentina? Creo que tenemos que tener un país de ciudadanos argentinos, no personas argentinas.
Los preferidos de las campañas electorales, los más necesitados del sistema, los vomitados del sistema, están pidiendo a gritos ser ciudadanos argentinos. Y cuando digo ciudadanos me refiero a poder comer, abrigarse, dormir en una casa todas las noches e ir a la escuela, como mínimo. Antes que tener 18 años, votar, y que usen su nombre con una falsa connotación para un discurso que se lo lleva la brisa más leve.
Los Estados Unidos, intentan destinar 700 mil millones de dólares, para rescatar a unos cuantos especuladores. ¿Cuánto de este dinero podría transformar en ciudadanos a tantas personas? Y con esto no intento descalificar el paradójico rescate estadounidense, simplemente es una mera comparación para saber cuales fueron siempre las prioridades de este mundo.
Por Bruno M. Bordonaba