jueves, 21 de agosto de 2008

Una solución federal para los problemas porteños

Buenos Aires es cada vez más grande, pero a medida que crece se va haciendo más pequeño y por ende más inhóspito, inseguro, sucio, ruidoso y conflictivo. Aunque al mismo tiempo único e indispensable.
Argentina, con un proceso de urbanización sumamente acelerado a comparación con los demás países de América Latina, es una de las naciones más desiguales en la distribución de la población. Somos 36 millones de personas aproximadamente, de los cuales se concentran en la zona del Gran Buenos Aires (Capital Federal y partidos que la rodean) más del 30% de los mismos, cerca de 11,5 millones de personas. Completando el podio aparecen el resto de la provincia de Buenos Aires
con algo más de 5 millones de habitantes, y las provincias vecinas (al norte) de Córdoba y Santa Fe,
con poblaciones en torno a los 3 millones. En fin, el 62% de la población vive en tres provincias, que representa un superficie que no alcanza el 22% del total de la República.
En Capital Federal y el Conurbano Bonaerense, el servicio de transportes públicos es lamentable, quienes los usan viajan como ganado, sobre todo en las horas pico. Hay constantes demoras de servicio, y la seguridad en las estaciones, sobre todo de trenes y colectivos es una amenaza latente. Sin embargo, los que no utilizan los medios públicos de transporte, tampoco quedan exentos de la tediosa acción de moverse por la ciudad. En el tráfico, las calles y autopistas toman la forma de una botella y cada vez hay más coches.
Los problemas de los “porteños” no se van a solucionar con medidas a corto plazo, como el nuevo carnet de conducir por puntos, o los carriles exclusivos, entre otros. Mejorar un país que fue adquiriendo problemas golpe a golpe por malos gobiernos, requiere políticas sociales constantes, de largo plazo, que subsistan luego de los cuatro años de la presidencia de turno.
Capital Federal y las Provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, poseen sistemas de transporte y energía eléctrica, posibilidades laborales, educacionales, culturales y de salud, enormemente mayores, y hasta en algunos casos puntuales únicas, en comparación de las demás provincias. Capital Federal alberga 44 universidades entre nacionales y privadas, con gran variedad de carreras de grado y posgrado; la provincia de Buenos Aires 20; la provincia de Córdoba 4; la de Santa Fe, Santiago del Estero y San Juan 2; el resto de las provincias tienen una sola universidad, a excepción de las provincias de Río Negro y Tierra de Fuego que no poseen. Los hospitales, clínicas e institutos de medicina se reparten con similar desigualdad sobre todo en los casos más específicos. En definitiva, la Capital Federal termina representando el único camino hacia los sueños laborales, culturales o las urgencias médicas para las personas del interior. Nuestro país se ve infectado por un grave unitarismo que nos perjudica a todos, y algunas de las consecuencias, son las detalladas anteriormente.
La olvidada ciudad de Viedma, Capital de la provincia de Río Negro, tiene la mitad de población que ciudades como Necochea, Tres Arroyos o Tandil, todas del interior de la provincia de Buenos Aires. Y esto se debe, a lo aisalada que se encuentra del sistema federal.
Terminar con el unitarismo y hacer crecer a las provincias más olvidadas, representa la última hoja de la agenda gubernamental, y es sin duda la mejor solución para terminar o disminuir no solo los problemas cotidianos porteños. Sino también aumentar los índices de alfabetización y estudios universitarios (en una época comparables con Francia), disminuir los de pobreza e indigencia y acortar las distancias geográficas y socioeconómicas entre provincias.
Por Bruno M. Bordonaba