lunes, 16 de marzo de 2009

Se adelantan las elecciones y se retrasan (más) los trámites de los DNI

Si hasta el momento estaba enojado.. ahora estoy furioso y tengo exceso de angustia. Este post surge a partir de una experiencia personal, pero que como a mí y a cientos de miles de argentinos, nos ha pasado. Se trata del eterno trámite del Documento Nacional de Identidad.


Hace un año y medio me robaron la billetera. Hace un año y medio inicié el trámite. O sea, hace un año y medio que no tengo DNI. Son incontables las complicaciones que me ha generado: no puedo tramitar tarjetas de debito (y menos de crédito), casi no puedo entrar a la universidad, la policía no me acepta el ‘Certificado de documento en trámite’ – que NO acredita identidad -. Pero lo que más me molesta y me embronca, y de ahí el comienzo del post, es que ante una inminente aprobación en el Congreso del adelantamiento de las elecciones ‘no se llegarán a incorporar los cambios de DNI’, según una nota del diraio 'La Nación'


Creo que es necesario aclarar que va a ser, si es que tengo el documento, la primera vez que podré votar. En el 2007 no me alcanzaba la edad, y veía en este año la posibilidad de poder expresarme ante las urnas por primera vez. Claro está que, sin embargo, puedo expresarme por este medio. Pero nada de esto va a cambiar o alterar los resultados finales.


Estoy en contra de que se adelante el escrutinio, pero no quiero hacerlo eje central de esta publicación.

Lo único que quiero plantear y dejar como debate, es la urgente necesidad de una reforma política y de gobernabilidad que ningún gobierno ha hecho hasta ahora. Es necesario transparentar y acelerar todas estas cuestiones que en cualquier otro lugar se torna fácil y rápido.


No podemos circular sin nuestro documento, que, como indican sus siglas, es el único documento que poseemos para acreditar nuestra identidad. Y es de esta forma que muchos, MUCHOS, se aprovechan de estas circunstancias por las que pasamos.


¿Cuántos chicos vamos a votar por primera vez en una Argentina que grita y reclama desesperadamente un recambio generacional en las cúpulas del Estado? No es dato menor que se retrasen las actualizaciones de los padrones.

Y como no vivo ni en capital ni en otra urbe superpoblada sino que vivo y estudio en el medio de la provincia, los reclamos ‘se traspapelan’ y se retrasan aún más.


Los argentinos no por nada detestamos hacer colar y tener que esperar. Un profesor mío de la facu nos decía que el con los años (ronda los 90) aprendió a aprovechar al máximo el tiempo. Ese factor que no podemos controlar y que muchas veces nos pone en aprietos. Por eso, retomando al profe, nos comentaba que a él le gustaba ir al banco, a pagar las cuentas, etc.. Le gustaba (le gusta) porque el usaba ese tiempo para seguir aprendiendo. Ante nuestra mirada estoica y de no comprensión, nos aclaró que siempre lleva consigo un libro, un diario, un documento.


No es para nada una mala idea. Así que no se sorprendan verme a las 7 de la mañana en la cola del Registro Civil con un libro entre manos y, al menos, luciendo un poco más distendido y no tan tenso como lo pueden estar las otras personas de la cola.


Juan Ignacio Agarzúa

juanagarzua@hotmail.com

lunes, 2 de marzo de 2009

Más hambre que maestro de escuela


Es realmente interesante observar las contradicciones que se ven en la sociedad argentina cuando ocurre algún tipo de manifestación o protesta. Nuestra historia nos da derecho a ser una sociedad más sensible en materia de reclamos a comparación con otros países, y de hecho es común encontrar en nuestro país piquetes, escraches, paros, huelgas, marchas, infinidad de medidas de fuerza en rebelión al gobierno, a alguna empresa, o simplemente en forma de reclamos populares exigiendo seguridad, justicia, etc.
Sin duda que el premio a la manifestación del año se lo llevan los entes agrarios, terratenientes, productores y trabajadores rurales, en manifestación a la resolución 125. El reclamo llegó a dividir al país en dos a tal punto que las marchas se poblaron de personas cuya relación más cercana con el campo es el gusto por el asado y la oposición al gobierno. Volvieron los carteles en los autos, esta vez con la frase: “Yo estoy con el campo”, lo que más bien significaba “no estoy con el gobierno”, ya que estar con el campo es sumamente relativo teniendo en cuenta las diferencias socioeconómicas y de intereses que existen en el sector.
En fin, la manifestación de mayor trascendencia en el país en los últimos veinte años, rondaba en torno a si las personalidades del campo iban o no a disminuir sus ganancias. No quedan dudas que el conflicto fue pésimamente manejado por el gobierno, y nunca se consideró a los pequeños y medianos productores, quienes eran los que realmente debían quedar exentos del aumento de retenciones. Pero por otro lado, gran parte del pueblo que usaba los carteles en su auto y concurría a las marchas, también incluía dentro de la misma bolsa a los grandes productores y terratenientes arrendatarios, con las PYMES del sector agrario, y reclamaba de igual manera para todos el aumento de las ganancias. De más está decir que si el dinero que se recaudaría con las retenciones sería usado para repartir, para pagar la deuda externa, o para la campaña presidencial, no entra en el análisis objetivo del conflicto.
Entre marzo y julio del 2008 que duró el conflicto con el campo, hubo otras manifestaciones que reclamaban justicia, seguridad, no violencia, etc. y que sin embargo quedaron silenciadas por los reclamos de aumento de ganancias del sector rural. Hoy los docentes de Capital Federal y el de muchas provincias reclaman un aumento salarial justo y necesario, pero desgraciadamente hasta ahora no vi ningún auto con carteles como “Yo estoy con la educación”, y tampoco vi gente que no sea docente en las marchas. Por el contrario, Mauricio Macri declara: “hay que pensar en los chicos”, y es la misma gente que repite cotidianamente el dicho “más hambre que maestro de escuela”, la que hace eco de la frase del actual Gobernador de la ciudad de Buenos Aires. Seguramente nadie dijo “hay que pensar en los chicos” cuando se tiraba litros y litros de leche en la ruta.
No es mi intención con esta comparación desmerecer la protesta agraria, de hecho estoy de acuerdo con la misma en varios aspectos. Simplemente no encuentro otro adjetivo que triste, que las manifestaciones con intereses más globales sean las que menos popularidad tengan, y que mucha gente aún siga desvalorizando la labor del docente.


Por Bruno M. Bordonaba