miércoles, 10 de septiembre de 2008

Antes que nada: comer y educarse, luego imitemos al mundo

En la pulseada contra el tráfico y consumo de drogas, las naciones del mundo han optado por diferentes estrategias para combatir la amenaza, lo cual ha generado infinitas polémicas en poblaciones que se quiebran ideológicamente entre los que están a favor o en contra de la despenalización de drogas. En nuestro país, existe un proyecto de ley impulsado por el ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, Aníbal Fernández, que consiste en imitar a muchos países del mundo que ya han despenalizado el consumo de drogas. El objetivo de la sanción, que aún no llegó al Congreso, aunque cuenta con el apoyo del Poder Ejecutivo, es disminuir el tráfico y consumo de estupefacientes no criminalizando al consumidor, sí al traficante. "No estamos fomentando la droga, pero no hay que criminalizar al adicto. Los que tienen que ir presos son los que la venden, los que trafican", afirmó el ministro Aníbal Fernández.
Argentina es el mayor consumidor de cocaína de América Latina, además de poseer una ubicación privilegiada y de suma importancia para el tráfico de esta sustancia, que proviene de los países andinos y tiene como destino Europa. Sin embargo, uno de los mayores problemas ligados al narcotráfico se encuentra sin duda dentro de las zonas más pobres y más olvidadas de nuestro territorio y se llama “paco”. El “paco”, que se instaló en nuestro país con total masividad desde la crisis del 2001, está destruyendo familias por su alto grado de nocividad sobre todo en chicos menores de 15 años, quienes son sus principales consumidores. En mi opinión, su consumo no va a disminuir con la implementación del nuevo proyecto de ley, ya que esta droga que se prepara con residuos de cocaína – entre otras sustancias -, no es un simple vicio que se transformó en adicción, sino que es la que reemplaza un plato de comida todos los días, la manera de no sentir hambre. Por lo tanto, mientras los desamparados del Estado no coman ni puedan educarse, el "paco" va a seguir existiendo y su despenalización es la “solución” fácil para desligarse del problema.






Por otra parte, cuando el ministro Aníbal Fernández dice: “'Para nosotros es muy importante, ya no quedan dudas de cuál es la decisión tomada para seguir avanzando. Es lo que está haciendo el mundo: una fuerte política de prevención, tratando de que ninguno caiga en la situación de consumo de cualquier sustancia'' (haciendo mención a la iniciativa de despenalización). Habría que ponerse a pensar si únicamente con medidas de prevención al consumo el índice del mismo disminuiría, en un país con gran corrupción policial y escasos programas de tratamiento para los adictos, en especial de bajos recursos ya que los eficaces o de mejor calidad son muy caros y resultan impagables para muchas familias. Más aún, y volviendo a las palabras del ministro, “siguiendo lo que está haciendo el mundo”, espero no tener que ver, en unos años a mi país invirtiendo en infraestructura para crear un centro estatal que inyecta estupefacientes a los adictos como forma de prevenir el contagio de enfermedades por el uso de una misma jeringa, como es el caso de Holanda, país que hace ya varios años tiene despenalizado el consumo de droga.
Más allá de que me parece que la implementación de este proyecto de ley es aceptar el problema, y no darle una solución, estoy en cierta forma de acuerdo con la idea de no criminalizar al consumidor, no caben dudas de que no es un criminal, sino un enfermo, pero sí estoy de acuerdo con que hay que penalizarlo aunque no de la misma forma que un ladrón, un asesino o un violador. Con una fuerte inversión en infraestructura, tendrían que existir en nuestro país internados obligatorios contra la adicción, que dependan más de especialistas y médicos que del poder judicial, para ayudar
a personas que realmente poseen este problema y reintegrarlas a la sociedad, como son los niños de ocho años que fuman “paco”, no alguien que ocasionalmente se fuma un “porro”, así de tal manera también se brindaría una solución para la superpoblación de las cárceles y se clasificaría óptimamente los realmente enfermos de los que no lo son. Combatir al traficante únicamente es un grave error de comprensión del círculo vicioso que es el tráfico de drogas, cada vez hay más narcotraficantes porque cada vez hay más consumidores, por lo tanto tiene que existir un plan de lucha diferente para cada parte del círculo, los que la venden y los que la toman.
La despenalización de las drogas no es la salida al problema, solo la aceptación hostil del mismo y todos tendríamos que concientizarnos de esto para mostrar disconformidad ante el proyecto de ley y exigir menos corrupción policial, más eficacia en los controles fronterizos y el espacio aéreo argentino y un proyecto acorde a las necesidades del país contra el tráfico y consumo de drogas.

Por Bruno M. Bordonaba

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